viernes, 23 de septiembre de 2016

Ya hace un año.

"En la heladera tenes esto, tenes aquello. Hay de todo en casa. Cocinate. No estés sin comer". Mi mamá me vive repitiendo lo mismo casi todos los días. Pero no es ese el punto. El punto es que queda en uno querer o no comer. Es demasiado fácil decir una mentira a través del teléfono o un texto. Pero estoy algo cansada de las mentiras. Y es por eso que decido escribir esto.

Ya hace un año desde que reconocí este tipo de problemas. Y creo firmemente en que la aceptación es la clave para la liberación. Es el paso más difícil de todos, aceptar que tenemos un problema. A partir de eso, depende de nosotros querer ser ayudados o no, sanar o seguir estancandonos, evolucionar o retroceder.

Es muy simple mirar al otro lado y hacer de cuenta que nada de esto existe, que las noches llenas de lágrimas y silencio son cosas del momento, que la comida simplemente es alimento, que los cortes no duelen y que las emociones fácilmente se tapan. Porque no es así, es mucho mas complejo, y nadie que no haya pasado por esto puede llegar a entender realmente lo que es vivirlo día a día. No es una noche encerrada en tu habitación sin cenar. Son varios días. Son semanas. Y las semanas se convierten en voces que te gritan en silencio que no las dejes, que son tu única compañía. Te consume. No pedís ayuda porque tu mente te llora todo lo negativo que podrías imaginar. ¿Y como salir de esa oscuridad? ¿Como hacerse entender a uno mismo todo lo valioso que es?

Muchas veces me pregunté cuál es el sentido de la vida, por qué existimos y cuál es el propósito de vivir. Es finalmente el día de hoy, hace tiempo, que puedo entenderlo. Venir a vivir porque sí es en vano. Alguien tiene que hacer algo por nosotros. Necesitamos evolucionar como seres humanos, abrir nuestras mentes y ayudarnos a sanar. No necesitamos de sus sermones o promesas. No necesitamos más culpa de la que creemos. Necesitamos comprensión, cariño, contención, educación y amor para con nosotros mismos. Necesitamos un abrazo en el momento justo y en cualquier otro momento también. Necesitamos que nos recuerden que existimos con un propósito, que vinimos para cambiar algo de este mundo y que merecemos más de lo que somos, porque somos y valemos mucho. Nos merecemos mirarnos al espejo y aceptar el reflejo aunque no lo queramos, porque ese querer se consigue únicamente con tiempo y fuerza de voluntad. Y no importa si es hoy o mañana o en diez años a partir de acá, lo que importa es simplemente que no dejemos de creer en nosotros mismos. Recaer es totalmente normal. Vamos a recaer muchas veces hasta que en un momento vamos a aprender a seguir caminando todos juntos, y al que caiga, vamos a volver a levantarlo. Porque de eso se trata también, de mantenernos juntos, de superar todo lo que se presente. De entender que somos seres completos sin necesidad de una mitad que nos complete porque somos capaces de llenarnos con expectativas propias. Porque al fin y al cabo, la única persona que nos acompaña desde el primer hasta el último día de nuestras vidas, somos nosotros mismos. Sos vos, la persona que lee esto. Sólo vos estas en todo momento contigo misma. Sos la única persona capaz de aceptarte día a día. Aprende a reírte de vos misma, de darte palabras de aliento, de abrazarte cuando lo necesites, de cantarte y hablarte y escucharte y compartir cosas contigo misma. Recordate todo lo que vales, lo importante que sos. ¿Estas queriendo decir que no a todo esto? Lo lamento, en serio. Pero no estás sola. Porque aceptarse a sí misma no significa que estemos solos. Tenes muchas personas que se preocupan por vos. Personas que viven exactamente lo que vos vivís, incluso peores, y quieren verte bien. Es irónico, pero cierto. No importa las recaídas que tengas, viví un día a la vez, no te apresures. Calma. Porque después de todo, sería muy fácil volar sin aprender a arrastrarnos por la oscuridad primero.